Aclaraciones

Apreciado lector:

¡Gracias por visitar la bitácora!

Todos los artículos de esta bitácora son de interés permanente; es decir, no pierden valor ni envejecen con el paso del tiempo.

Podrá usted leer todos y cada uno de los artículos publicados en esta bitácora viendo el ÍNDICE DE ARTÍCULOS Y TEMAS, ubicado en la columna derecha. Allí aparecen los títulos de todos los artículos publicados aquí, y pinchando en cada uno de ellos se podrá leer el artículo correspondiente.

Los artículos de esta bitácora NO son copias de otros artículos de otras páginas de internet, excepto si se dice lo contrario. Casi todos ellos no son de la web, sino de publicaciones impresas.

Todos o casi todos los artículos aquí publicados han aparecido por primera vez en internet en este sitio. Aunque se han publicado antes en libros y revistas, todos o casi todos ellos son una novedad en internet.

Los artículos publicados aquí son transcripciones de libros y revistas cuya calidad y seriedad son incuestionables.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Para vencer el insomnio.

.
«No se preocupe Ud. por el sueño»
.
(Condensado del libro «Why Worry?»)
.
Por George L. Walton,
doctor en medicina y neurólogo consultor
del Hospital General de Massachusetts, E. U. A.
.
.. No puede esperarse que un espíritu desasosegado y ansioso, devorado día tras día por la zozobra excesiva, se apacigüe repentinamente por la noche y adquiera la tranquilidad que conduce al sueño reposado. No es el trabajo, sino la inquietud, lo que causa la excitación nerviosa que impide el sueño. Y la víctima del insomnio no debe llegar a la errónea conclusión de que es la falta de sueño y no las constantes preocupaciones la causa de su malestar. Sorprende ver cuánto sueño puede perder una persona sin perjuicio alguno, con tal que se olvide de haberlo perdido.
.
.. En cuanto al trabajo cotidiano, es necesario que sea variado y que se suspenda transitoriamente a intervalos apropiados. Entre deportistas, el entrenador insiste en que su entrenado se abstenga de grandes esfuerzos inmediatamente antes de la prueba final. ¿Por qué no aplicar al ánimo lo que se aplica al cuerpo? Para adquirir el hábito de dormir es preciso acostumbrarse a reconcentrar la atención exclusivamente en lo que se está haciendo. Esta costumbre nos ayuda, cuando nos acostamos, a considerar el sueño como lo único en que debemos ocuparnos, y no devanarnos los sesos cavilando en los problemas del día y los males posibles del porvenir. Un paseo, un baño, unos pocos ejercicios gimnásticos antes de acostarse son a veces provechosos para conciliar el sueño, si no los desvirtúan presentimientos pesimistas y temores de lo venidero; que, de lo contrario, poco o nada valen.
.
.. La mejor preparación inmediata para el sueño es la confianza en que vendrá pronto, y la indiferencia si demora. El sueño largo y continuo, por muy apetecible que sea, no es indispensable para la longevidad ni para la eficacia en el trabajo. George Y. Angell, el conocido filántropo, decía, llegado ya a los 84 años y aún lleno de vigor, que a veces había pasado una semana entera sin dormir; que, durante un período de tres meses, no había dormido, por término medio, más que dos horas en cada veinticuatro, y que no recordaba haber dormido nunca toda la noche. Muchas otras personas han dormido sólo unas pocas horas cada noche durante años, sin que ello les haya menoscabado la salud ni les haya causado incomodidad alguna.
.
.. El peor de los hábitos mentales que no dejan dormir es el de pensar, al acostarse, que es preciso dormir ocho horas, empezando desde que ponemos la cabeza en la almohada, y contar con impaciente desasosiego el tiempo que transcurre sin que llegue el apetecido sueño. Esta cavilación basta para ahuyentarlo. Lo mejor es decirse uno a sí mismo: «Bueno; si no duermo bien esta noche, dormiré otra noche. Los mismo da». Reflexiones como ésta producen un efecto maravilloso en la conciliación del sueño.
.
.. El conservar en la cama una misma postura con entera relajación muscular proporciona mayor descanso, aunque no haya sueño, que el estar volteándose de un lado para otro. Conviene esforzarse durante el día en evitar los movimientos nerviosos superfluos. Esto ayuda a adquirir el hábito de no moverse demasiado en la cama.
.
.. La autosugestión puede producir muy buen resultado, siempre que se use propiamente. Es fácil observar el efecto de la mala autosugestión y la inquietud combinadas acostándose boca abajo, dando poco a poco una vuelta completa para probar posiciones distintas y diciendo en cada una: «En esta posición no puedo dormirme». El movimiento frecuente y la autosugestión espantan el sueño. El efecto del reposo combinado con la buena autosugestión, puede, en cambio, observarse si cambia uno de posturas como en el caso anterior, pero permanece más tiempo en cada una de ellas y se dice a sí mismo: «Puedo dormirme en esta o en cualquiera otra postura». El sosiego y la autosugestión generalmente traen el sueño antes que uno acabe de dar la vuelta entera en la cama.
.
.. A ciertas personas les aflige la idea de que no pueden dormirse antes de llegar a conclusiones definitivas acerca de los asuntos en que están pensando. En tales circunstancias, el sueño se aplaza y demora más y más. A los que de tal tendencia adolecen les conviene acostumbrarse a confiar un poco más en la suerte y en el mañana. El hábito de descartar a voluntad pensamientos inquietantes o desagradables es difícil pero no imposible de adquirir. Canon Beadon, que vivió hasta la edad de más de cien años, decía que el secreto de su longevidad estaba en que nunca pensaba en nada desagradable después de las 10 de la noche.
.
.. Muy perniciosa es la idea de que para dormirse se necesita cierto grado de quietud, de luz o de obscuridad, de calor o de frío, o más o menos aire. Bueno es que quien sufra de tal aberración se repita a menudo: «Cualquiera puede adaptarse a lo que le gusta, pero el filósofo se adapta a lo que le disgusta», y trate de ser filósofo más bien que delicada planta de invernáculo. Si uno se revuelve y se voltea en la cama sin cesar en busca de una posición reposada, al fin acaba por cansarse hasta del reposo mismo y, lo que es más desagradable aun, por pasar la noche en vela tratando de escapar al tic-tac de su propio corazón.
.
.. Recuérdese ante todo que por lo común la causa del insomnio está en el ánimo. Quien quiera dormir bien debe, en primer lugar, acostumbrarse a no emprender durante el día más de lo que pueda hacer sin esfuerzo extraordinario agotador, y, en segundo lugar, realizar calmadamente lo que emprenda, sin excesiva solicitud ni ansiosas dudas. La desconfianza y el desasosiego suelen engendrar el fiasco.
«Selecciones» del Reader's Digest, tomo XV, núm. 91.

1 comentario:

Senbee dijo...

Muy interesante, Sherlock. Estoy de acuerdo con la idea del artículo, cuanto más se obsesiona uno con que llegue pronto el sueño, más tarda en llegar.

¡Saludos!