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viernes, 17 de junio de 2011

El Coliseo y Annabel Lee, por Edgar Allan Poe.



 «El Coliseo» y «Annabel Lee», de Edgar Allan Poe (Estados Unidos, 1809 –1849), el más importante escritor de ese país, y uno de los mas grandes de la Literatura universal.
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                                                           El Coliseo
¡Eres símbolo constante de la fiel y antigua Roma!
¡Excelente relicario de sublime admiración,
que a esta época legaron aquellos tiempos ya idos
cuya pompa y poderío parecen ensoñación!
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Tras largo peregrinaje y ardiente sed de tu ciencia,
me humillo con reverencia en las sombras de tu historia,
y transformada mi alma sacia su sed de belleza
contemplando tus grandezas, tus tristezas y tu gloria.
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¡Oh, profunda inmensidad, tiempo y recuerdo de antaño,
desolación y silencio, noche grandiosa, admirable!
Al percibiros comprendo vuestra mágica pureza
en la perenne realeza de vuestra fuerza indomable.
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Vuestros dulces sortilegios son mejores para mí
que los que el rey de Judea hiciera en Gethsemaní.
Ni la encantada Caldea jamás consiguió arrancar
a las estrellas prodigios cual vense en este lugar.
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Donde un héroe cayera, hoy cáese una columna...
y, donde el águila escénica envuelta en oro brilló,
hoy el vampiro revuela al llegar la medianoche
y en fantástico aquelarre este lugar convirtió.
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Aquí do las cabelleras de las matronas romanas
balanceaban al viento el rubio de sus colores,
hoy sólo se balancean el cardo y la débil caña...
han cesado aquellos días de sublimes esplendores.
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Y, donde el rey poderoso su trono de oro tenía,
ágil y obscuro lagarto viene siempre a recorrer;
y hacia su casa marmórea cual espectro se desliza
a los pálidos reflejos de la luna en su crecer.
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Más yo pregunto: esos muros, esas inertes arcadas
junto a zócalos de musgo hoy de hiedra revestidas,
esos relieves tan vagos, esos frisos tan ruinosos,
esas cornisas tronchadas y piedras enmohecidas,
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¿Es esto cuanto dejaron las horas y tiempos idos?;
¿es lo único que resta de su fama colosal?;
¿es cuanto a mí y al Destino aquella época ha legado,
de su firme poderío y su obra escultural?
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«Eso no es todo responden en aquel lugar los ecos;
Voces graves y proféticas hay en nuestro corazón;
y toda ruina recuerda las ideas de los sabios
semejantes a los himnos que al Sol dedicó Memnón».
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»Aún reinamos poderosas en los más grandes señores;
asentamos nuestro imperio en las almas gigantescas...
no; no somos impotentes...; queda nuestro poderío,
nuestra gloria y nuestro nombre, aunque pálida nos veas».
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»Las mil y una maravillas que estáticas nos circundan ,
y recuerdan nuestra estirpe, nuestra gala y nuestra historia,
se han prendido a nuestros flancos... y su admirable vestido
nos envuelve entre su manto más fulgente que la gloria».
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                                 Annabel Lee
Hace ya muchos años, muchos años,
Allá en un reino junto al mar turquí,
Vivía una muchacha, cuyo nombre
Os daré a conocer: Annabel Lee,
La cual gozaba con la idea
De ser amada y de vivir por mí.
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Yo era un chiquillo y ella era una chiquilla
En ese reino junto al mar turquí;
Mas ¡con qué amor inmenso nos queríamos
Yo y mi bella amiguita Annabel Lee!
Con un amor que hasta los serafines
Nos envidiaban, a ella como a mí.
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Y esa fue la razón de que hace tiempo,
En ese reino junto al mar turquí,
Soplara el viento de una nube helando
A mi bella adorada Annabel Lee;
Que sus padres de origen noble fueran
A buscarla, quitáranmela a mí,
Y fueran a enterrarla en un sepulcro,
Allá en un reino junto al mar turquí.
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Ángeles, menos faustos en el cielo
Nos envidiaban, a ella como a mí,
Y esa fue la razón todos lo saben
En ese reino junto al mar turquí,
Por la cual salió el viento de esa nube
Que heló y mató a mi bella Annabel Lee.
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Pero fue más inmenso el amor nuestro,
Que el de aquellos, más graves que yo fuí;
Que el de aquellos, más listos que yo fuí,
Y ni los serafines en el cielo,
Ni los demonios en el mar turquí,
Podrán mi alma separar del alma
De mi bella adorada Annabel Lee.
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Que no brilla la luna sin traerme
Los sueños de la bella Annabel Lee,
Y las estrellas no aparecen nunca
Sin la mirada fiel de Annabel Lee;
Y así durante el flujo y el reflujo
Duermo junto a mi esposa Annabel Lee,
En el triste sepulcro abandonado,
En nuestra tumba, allá en el mar turquí.
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....................................Edgar Allan Poe.
Traducción de editorial Claridad; Obras completas; 1.ª edición: 1944.
Buenos Aires. (No se menciona el nombre del traductor).

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