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viernes, 19 de agosto de 2011

Anécdota de un médico y un charlatán.

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Anécdota de un médico y un charlatán
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.. Un célebre médico holandés, el doctor Vanslebten, que hacía algunos años que estaba en Londres, pasando por una plaza se paró a mirar un charlatán que, en un soberbio carruaje de cuatro caballos y con varios criados magníficamente ataviados, atraían a una multitud inmensa y hacían distribución enorme de sus drogas. Averiguó dónde vivía y le mandó un recado suplicándole que fuera a su casa al día siguiente. El charlatán fue puntual.
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.. Caballero le dijo el doctor, le oí a usted anunciar ayer públicamente que tenía remedios eficaces para toda clase de enfermedades. ¿Tiene usted alguno para la curiosidad? Ayer le miré a usted atentamente y creí haberle visto en otra ocasión; mas no puedo recordar dónde.
.. Me será fácil satisfacer a usted. He servido muchos años en casa de Lady Waller, a quien usted con frecuencia visitaba. Yo era su primer lacayo y usted me vio infinitas veces en su antesala. Salí de allí hace tres años para ejercer el oficio a que, como usted ve, me he dedicado.
.. Cada vez excita usted más mi curiosidad. ¿Cómo es posible que talentos adquiridos en tres años le hayan procurado a usted los medios de sostener la posición brillante en que parece hallarse, mientras que yo, ejerciendo la profesión durante cuarenta años con la mayor aplicación, y aun me atrevo a decir que con alguna celebridad, apenas puedo sostener mi modesta posición?
.. Caballero, para que pueda yo responder directamente a su pregunta, ¿me permitirá usted que le haga antes otras dos?
.. Con mucho gusto.
.. Usted vive en una de las calles más frecuentadas de Londres. ¿Cuántas personas que cree que pasen diariamente por ella?
.. Difícil será decirlo; pero por un cálculo aproximado, tal vez sean unas 10.000 personas.
.. Acepto este cálculo como un dato positivo. ¿Y de esas diez mil personas, ¿cuántas cree usted que habrá de talento, o muy inteligentes?
.. Habrá cien, todo lo más.
.. Pues bien, doctor; acaba usted de contestar a su propia pregunta. Las cien personas muy inteligentes constituyen su clientela de usted, y las otras nueve mil novecientas, la mía.
.. «La abeja médica», tomo IV.
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.. Una turista viajaba en un automóvil guiado por un joven balinés. Al llegar a uno de los estrechos puentes típicos de Bali, el coche tuvo que acortar la marcha porque la vía estaba congestionada por una manada de patos que avanzaban en la misma dirección.
.. ¿Por qué no tocas el claxon? exclamó impaciente la señora.
.. Porque los patos ya van lo más aprisa que pueden, señora repuso el conductor.
.. James Riddell en Flight of Fancy.
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.. La línea del partido.Cierto personaje húngaro que visitaba Nueva York, se negaba a comentar la dominación de su país por Moscú, pero finalmente dijo: “Hungría tiene el gobierno más escrupuloso de todos: jamás intervenimos en los asuntos internos de ninguna nación... ni siquiera de la nuestra”.
.. Leonard Lyons.
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.. La plegaria de un viejo montañés, que bien podría aplicarse a todos nosotros, ya seamos oriundos de las llanuras o de las cumbres, decía así: “Dios mío, no te pido una fe que mueva aquella montaña; para hacer eso, en el momento en que fuere necesario, me bastará tener suficiente dinamita. Solo te pido una fe que me mueva a mí”.
.. N. A.

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