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martes, 3 de noviembre de 2015

Valor del ejercicio para adelgazar


Valor del ejercicio 
para adelgazar

Por Blake Clark

    No debemos tratar de combatir la obesidad apelando casi por entero a la dieta. Olvidadas del ejercicio, millones de personas de nuestra época hacemos vida sedentaria, consumimos tan escasa cantidad de energía que nos es imposible comer conforme a nuestro apetito y mantener nuestro peso normal. Esto nos coloca en la disyuntiva de caer en la obesidad o de vivir con hambre.

   Experimentos llevados a cabo por el doctor Jean Mayer, del departamento de nutrición de la Escuela de salud pública de la Universidad de Harvard, han demostrado que combatir la obesidad solamente mediante la dieta equivale a pelear con una sola mano. El ejercicio es en este caso la otra mano, la que necesitamos para poner al adversario fuera de combate.

     El Consejo estadounidense de Investigación (National Research Council) recomienda raciones alimenticias de 2.400 calorías diarias para hombres de vida sedentaria, y de 6.000 o más calorías para jornaleros y atletas. La amplitud de esta norma prueba (según lo hace notar el doctor Mayer) cuán importante es el ejercicio para que nuestro peso no exceda de lo normal. 

     El experimento llevado a cabo por un excolaborador del doctor Mayer, el doctor George Mann, patentiza la verdad de este aserto. Cuatro estudiantes de la Universidad de Harvard se prestaron a consumir diariamente una ración doble de la necesaria y a hacer suficiente ejercicio para que esto no les ocasione aumento de peso. La ración normal de los cuatro estudiantes era de 3.000 calorías. El doctor Mann cuidó de que hiciesen cada día tres copiosas comidas; en los intervalos de unas a otras les hizo comer golosinas en cantidad que elevaba a 6.000 calorías la ración diaria. 

     La natación, las carreras a pie, el baloncesto y el ciclismo fueron el medio de mantener a los cuatro estudiantes dentro de su peso normal, que no aumentó ni en un gramo, pese a que comían el doble de lo acostumbrado. Por añadidura, tenían mejor color, resistían mejor el frío, se sentían más descansados y vigorosos. Sin contar con que dormían mejor y estudiaban con más facilidad y aprovechamiento. 

     Las personas que no son partidarias del ejercicio alegan que para perder medio kilogramo de peso hay que ejecutar verdaderas hazañas, como recorrer a pie sesenta kilómetros o pasarse siete horas partiendo leña. Sabiéndonos incapaces de esfuerzos tan agotadores, renunciamos a ejercicio como remedio o preventivo de la obesidad. Pero a esto observa el doctor Mayer que no es preciso recorrer los 60 kilómetros en una sola marcha forzada: un paseo diario de un kilómetro y medio nos quitará de encima medio kilogramo de peso en treinta y seis días.

     «El ejercicio es contraproducente aseguran los perezosos que todo lo fían a las dietas para adelgazar. Nos abre el apetito, comemos más de lo acostumbrado y volvemos a ganar inmediatamente los kilos que habíamos perdido».

     El doctor Mayer eligió para testigos de un experimento a doscientos trece sujetos cuyo oficio respectivo exigía variable grado de actividad material, desde las ocupaciones sedentarias hasta las que pedían esfuerzo excesivo. Los que trabajaban en máquinas de fácil manejo, los conductores de pequeños vehículos eléctricos y los capataces comían menos y pesaban menos que los inspectores, los empleados de escritorio y los dependientes de mostrador. Los encargados de recoger desperdicios y basuras, ocupación que les obligaba a levantar todo el día grandes cargas hasta la altura de la cabeza, comían casi el doble que los individuos de igual peso cuyo trabajo era menos duro. Por último, el grupo de hombres ocupados en labores muy rudas, como la de traspalar carbón el día entero, y aun fuera de horas, disminuía de peso aun cuando consumía gran cantidad de comida. En conclusión: de los doscientos trece hombres que objeto del experimento, los únicos en quienes se notaba propensión a engordar eran los del grupo menos activo corporalmente.

     Si usted vive en la ciudad, puede contrarrestar la obesidad mediante el ejercicio a pie. La grasa se va acumulando a razón de unas pocas calorías cada día. Un exceso de apenas 80 calorías diarias (las que produce una rebanada de pan) ocasiona en un individuo de 75 kilogramos, de vida sedentaria, un aumento de seis kilos en cinco años. Ochenta calorías es más o menos lo que consumiría al andar un kilómetro y medio, de suerte que para mantenerse dentro de su peso normal de 75 kilos le bastará andar quince minutos al ir por la mañana a la oficina y otros quince al regresar a casa por las tardes, en vez de tomar un vehículo. Media hora de natación consume de 150 a 300 calorías; pedalear en bicicleta consume hasta 300 calorías. Un sujeto de 70 kilos de peso, caminando una hora, consume 175 calorías.

     Dondequiera que habitemos nos será fácil practicar la calistenia o la gimnasia sueca, que sigue siendo en medio más apropiado para conservar la salud. Aunque enojosos para algunas personas, estos ejercicios gimnásticos compensan con creces el aburrimiento que llegaren a causarnos, tanto por lo eficaces que son para mantener el peso normal (consumen hasta 200 calorías en un cuarto de hora) cuanto por la flexibilidad que prestan a los miembros y la sensación de bienestar que producen al activar la circulación de la sangre. 
     «El cuerpo humano»; escrito por varios autores.

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